Cuando se introdujeron por primera vez los teléfonos inteligentes, no todo el mundo los consideraba prácticos. Mucha gente estaba acostumbrada a los teléfonos móviles tradicionales con botones físicos, y la interfaz de pantalla táctil y las capacidades ampliadas de los smartphones parecían una novedad o un lujo. Sin embargo, a medida que se hacían más potentes y ampliaban sus capacidades, empezaron a considerarse más prácticos para diversas tareas. Se volvieron cada vez más útiles para navegar por Internet, enviar y recibir correo electrónico, acceder a las redes sociales y utilizar una amplia gama de aplicaciones para todo, desde la navegación y el entretenimiento hasta la productividad y la comunicación.
A medida que crecía su popularidad y utilidad, los teléfonos inteligentes se hicieron cada vez más asequibles y accesibles, lo que propició su adopción generalizada y su integración en la vida cotidiana de las personas. Hoy en día, los teléfonos inteligentes son una herramienta indispensable para muchas personas, ya que les permiten estar conectados, acceder a la información y realizar una amplia gama de tareas desde casi cualquier lugar y en cualquier momento.